El peligro de la gracia sin la verdad
Andy Comiskey
El orador, Brennan Manning, causó impresión. Yo había leído sus libros sobre la gracia y la cura, y estuve en las reuniones de él que mi iglesia había patrocinado. Sin embargo, comenzaba a sentirme incómodo. Pensé: “¡Cuánto énfasis en el amor!” Pero ¿qué pasa con el mensaje claro animándonos a dejar las cosas de niño y tomar posesión de los aspectos mayores y más verdaderos de nuestra identidad en Cristo? Estoy totalmente de acuerdo en que Dios nos abraza en nuestra debilidad. Pero, ¿en nuestra maldad también? Estaba pensando en la manera como él abordaba la cuestión de la pureza sexual, especialmente la homosexualidad...
Me reuní con Manning para un almuerzo para abordar estas cuestiones. Él pareció realmente haberse ofendido cuando le expresé mis preocupaciones relacionadas con sus ambiguas referencias al homosexualismo en sus artículos y libros. Durante nuestro incómodo almuerzo, él defendió a las “parejas” gays que viven y mantienen un compromiso. Desafió mi compromiso de defender la ética sexual bíblica — no tener sexo con un hombre o una mujer fuera del ámbito del matrimonio heterosexual — tildándome de desinformado y de tener una mente estrecha. Compartí con él acerca del compromiso del ministerio Desert Stream de ofrecer oportunidades seguras y fuertes a la iglesia para la transformación de los homosexuales. Mi asistente Mark Pertuit y yo le dimos el testimonio de nuestros propios viajes de cura. Manning rechazó nuestro testimonio con el argumento de que yo no tenía suficiente conocimiento de teología moral para ser tomado en cuenta sobre este tema.
Claramente, Manning y yo abordamos de manera diferente la cuestión de la autoridad moral. Mi enfoque es conservador y basado en la Biblia. El enfoque de él no está claro para mí. Pero lo que surge de esta falta de claridad en él (y, es triste decirlo, de muchos como él) es un sentimentalismo terrible de la homosexualidad. Curiosamente, los que se encuentran atados a las tendencias homosexuales se convierten en “tabúes” para “terapeutas”, como Manning. En lugar de abrazar con la verdad y la gracia a hombres y mujeres que están confundidos, dichos terapeutas bailan alrededor de estos hombres y mujeres en dificultades y luchas, otorgándoles una condición de casi héroes. El resultado es una falsa compasión que puede incentivarlos a identificarse y vivir el homosexualismo.
Gracia sin la verdad clara y autorizada de las Escrituras es mortal, donde podemos caer en la demarcación de los límites de acuerdo a nuestra voluntad, perdiendo la revelación de la voluntad de Dios para nuestra vida aquí en la tierra. Nos quedamos, por lo contrario, solos en la construcción de una identidad basada en nuestra experiencia de la realidad. “Me siento gay, por lo tanto, soy gay. Dios me bendice como gay”. Este pensamiento vacía la cruz del calvario de su significado. Jesús murió para ofrecernos el regreso a su plan ideal en el Jardín del Edén. Él resucitó para levantarnos según la voluntad del Padre para nuestra vida en esta tierra. Si perdemos esta verdad, entonces la gracia queda sin sentido. Su poder de transformar vidas se dispersa y pierde fuerza. La verdad de las Escrituras direcciona el poder de la gracia. Sin la verdad, la gracia pierde su poder dinámico y esencial de transformar vidas.
Para muchos terapeutas de influencia, la gracia abraza a los individuos que enfrentan conflictos homosexuales, pero es aparentemente incapaz de transformarlos. Algunos terapeutas están fortaleciendo esta idea engañosa — como Mel White, un ex profesor del Seminario Fuller y pastor evangélico, que hoy dirige Soulforce, un grupo que defiende el homosexualismo. En su biografía Stranger at the Gate (Extraño en la Puerta), White se representa como una figura un tanto trágica cuyos impulsos homosexuales lo obligan a constituir múltiples parejas antes y después de que su matrimonio terminó.
Sus amigos, como el fallecido especialista en ética Lewis Smedes, del Seminario Fuller, aceptaron el ingreso de White en el movimiento homosexual como un activista incuestionable. Como resultado, el Dr. Smedes miraba con profunda desconfianza a los estudiantes como yo que se atrevieron a defender la cura para los homosexuales. Cuando yo me encontraba con Smedes por el pasillo, él me miraba directamente a los ojos y preguntaba: “¿Cuánto tiempo aguantarás antes de recaer en el homosexualismo?”
Mucho más sutil es la influencia de White en Philip Yancey. Yancey, autor de varios libros, presentó a White en su libro What’s So Amazing About Grace? (¿Qué es lo asombroso de la gracia?), mostrando a White y su amistad con él como un buen ejemplo de la gracia de Dios. Aunque el autor no abrace todas las preferencias de White, Yancey otorga protagonismo al hombre que se volvió el más influyente cristiano gay de nuestro tiempo. Sin darse cuenta, el autor crea un puente maligno entre un falso profeta (White) y miles de lectores que buscan una mayor claridad en el ámbito de la homosexualidad. Tal vez el hecho de que Yancey haya incluido a White en su libro sea un ejemplo de alguien que “ha entrado encubiertamente” en nuestro medio con el fin de “convertir en libertinaje la gracia de nuestro Dios” (Judas 1:4).
La gracia sin verdad es mortal, sacando provecho de nuestros sentimientos. “Quiero ser un buen tipo. No quiero causar más problemas en la vida de alguien que ya está sufriendo. ¿Jesús no incluyó a los excluidos?” Nuestro deseo de ser misericordioso es comprensible, pero ingenuo. El sentimentalismo distorsiona la esencia del conflicto homosexual, produciendo una perspectiva dramática de nosotros mismos, que sólo separa al necesitado de la cura.
E igualmente aleja al necesitado de las verdaderas buenas nuevas del Evangelio. No hay duda alguna de que Jesús primeramente llamó al arrepentimiento a los hipócritas religiosos. No obstante, llamó a sus seguidores a hacer frente de una manera directa a sus pecados (Lucas 7:36-50, Juan 8:1-12). Ignorar la actitud de los seguidores hacia el pecado es pisotear el testimonio de Cristo y aleccionar a la gente a caer en errores y engaños.
Hombres y mujeres que enfrentan profundas vulnerabilidades homosexuales necesitan de la plenitud de gracia y de verdad. Sin esta plenitud, se corre el riesgo de conducir fácilmente al pueblo de Dios hacia caminos engañosos. ¿Y si yo hubiera tenido un Manning o un White al comienzo de mi viaje hacia la cura del homosexualismo? Tal vez nosotros como cristianos somos demasiado ingenuos acerca de qué y de quién damos la bienvenida a nuestras vidas.
Nuestro mundo cristiano nos ofrece influencias muy amplias. Debemos preguntarnos: ¿Cuál es la base de este líder en el área de la autoridad? ¿Es la gracia en armonía con la verdad bíblica? Pídale a Dios el discernimiento. Y a continuación, actúe de acuerdo con este discernimiento. Esté preparado para hacer las preguntas difíciles. Cada vez más nos enfrentamos a los famosos líderes cristianos que están bajo el engaño y engañando a otros en los aspectos de la sexualidad y de la homosexualidad. Necesitamos decirles a ellos la verdad en amor. Lo hacemos por amor a ellos y a los que, sin nuestra intervención, serían desviados por ellos.
En medio de las luchas que nos enfrentamos al abrir la boca para hablar la verdad, vamos con alegría y bondad dando testimonio acerca de la cura de la homosexualidad. Si usted está siendo transformado en esta área de su vida, hágaselo saber a los demás. Si usted sabe de otros que están siendo liberados, divúlguelo. ¡Nada expresa con mayor fuerza la plenitud de la gracia y de la verdad que la transformación de alguien que sufre conflictos homosexuales! Lo que Dios crea en la persona decidida, que se rindió a Él, es nada menos que Su imagen gloriosa, todo por medio del poder liberador de la gracia. ¡La verdadera gracia! ¡Qué mensaje importante para nuestros días! ¡Qué Dios grande y glorioso servimos! ¡Que privilegio revelarlo a Él a través del testimonio de vidas transformadas!.
“Como les he dicho a menudo, y ahora lo repito hasta con lágrimas, muchos se comportan como enemigos de la cruz de Cristo” — Filipenses 3:18 (NVI). “Pronunciando discursos arrogantes y sin sentido, seducen con los instintos naturales desenfrenados a quienes apenas comienzan a apartarse de los que viven en el error” — 2 Pedro 2:18 (NVI).
“¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No se dejen engañar! Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos sexuales... heredarán el reino de Dios. Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido lavados, ya han sido santificados, ya han sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios” — 1 Corintios 6: 9-11 (NVI).
Traducido del inglés por Julio Severo
Traducido del portugués por: Maria Valarini
Fuente: www.julioseveroenespanol.blogspot.com
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