Tuesday, November 30, 2010

Rio de Janeiro y el Viejo Oeste

Rio de Janeiro y el Viejo Oeste

Como Rio de Janeiro lidia con los asesinos. Como el Viejo Oeste lidiaba con ellos.

Julio Severo
A pesar del título, la ciudad de Río de Janeiro no tiene nada que ver con el Viejo Oeste. No es que no hubiera violencia en el Viejo Oeste. Había, pero no tanto como se ve en Río de Janeiro en pleno siglo XXI.
La injusticia que abunda en Río no abundaba en el Viejo Oeste. Al igual que en Río, todos los criminales del Viejo Oeste cargaban armas de fuego para sus crímenes. Pero muy diferente de lo que ocurre en Río de Janeiro en el Viejo Oeste TODOS cargaban armas, de modo que para atacar al inocente, el criminal necesitaba ser muy astuto para no ser muerto.
Los delincuentes de Río atacan a sus víctimas confiando que el Estado haya hecho su trabajo sucio de desarmar a la población, garantizando así la inseguridad de las víctimas y la total seguridad para los asesinos.
En la moderna urbe de Río de Janeiro, con frecuencia el asesino escapa impunemente. Para los criminales del Viejo Oeste, Rio de Janeiro sería un lugar realmente maravilloso, ya que la impunidad que reina en Río no reinaba en el Viejo Oeste. El asesino norteamericano era rápidamente juzgado y ahorcado. Cuando huía era perseguido por el alguacil y por ciudadanos listos para garantizar que el asesino pagase con su vida la vida que se había tomado. Cuando el malhechor huía a un lugar desconocido, su cabeza era puesta a precio, lo que significaba que cualquier persona que lo encontrara o matara recibiría un premio en efectivo.
La ética de la autodefensa para el ciudadano y la pena de muerte para los asesinos en el Viejo Oeste estaba apoyada en los principios de la Biblia. La ética protestante (o evangélica) gobernaba mayoritariamente la sociedad norteamericana en el siglo XIX. Los inocentes tenían la Biblia en una mano y una pistola en la otra.
En Río, aunque el número de cristianos evangélicos es grande, no hay ética que influencie a  las leyes a fin de dar a los ciudadanos el derecho a defenderse ni que quite del criminal su existencia de actividades asesinas. En Brasil de forma general  y en Río, de forma particular, en la mano los inocentes sólo pueden tener la Biblia, quedando en las manos de todos los asesinos las pistolas, fusiles, ametralladoras, etc.
En el Viejo Oeste, los delincuentes eran enfrentados a bala por los propios ciudadanos, que tenían sus fusiles listos para presentar una feroz resistencia a la criminalidad.
En Río, los ciudadanos cuando pueden se esconden de las balas. Cuando no pueden son alcanzados, incluso por balas perdidas.
En el Viejo Oeste, un solo asesinato era suficiente para que el criminal – fuera adulto o adolescente – acabase en la horca. No hubo ECA (Estatuto del Niño y del Adolescente) ni defensores de los derechos de los bandidos.
En Rio de Janeiro, los criminales compiten para ver quienes matan más, y los asesinos adolescentes nunca acaban en la cárcel, puesto que tienen sus derechos garantizados por ECA para matar a cuantos ciudadanos deseen. A los 18, ECA les da salida de la institución de rehabilitación, con la hoja de vida totalmente limpia, como si nunca hubieran matado una mosca en toda su existencia. ¿Es sorprendente entonces, que en Rio de Janeiro haya muchos defensores de los derechos de los pandilleros, hartamente pagados con dinero de los impuestos?
En el Viejo Oeste, el bandido tenía que pensar dos veces antes de atacar a un inocente, para no terminar él mismo con una bala en la frente.
En Rio, el bandido no necesita pensar, pues sólo sus víctimas terminan con una bala en la frente.
En el Viejo Oeste, la horca era el destino seguro del asesino.
En Rio de Janeiro la muerte es el destino de las víctimas de los asesinos, quienes pueden optar por estrangulamientos, torturas y otras atrocidades que deseen aplicar a las víctimas.
Entre el Viejo Oeste y Rio de Janeiro, preferiría el Viejo Oeste. Allá por lo menos me podría defender.
Y estoy seguro de que nadie del Viejo Oeste elegiría a Rio de Janeiro, una ciudad realmente maravillosa para todos los tipos de delitos.
El norteamericano del Viejo Oeste en Rio de Janeiro perdería automáticamente su arma y su derecho de defenderse y defender a su familia, quedando totalmente expuesto a los delincuentes fuertemente armados. Si en caso de asalto criminal en contra de su vida, él por "infelicidad"  consiguiera quitar el arma del atacante y matarlo, sería inmediatamente condenado por los grupos de derechos humanos, siempre listos para castigar cualquier acción ciudadana que logre eliminar a un criminal.
También están las cadenas de televisión, que denuncian cualquier actitud  desconsiderada en contra de los criminales, garantizando así la seguridad y los "derechos humanos" de ellos.
En el Viejo Oeste, había igualdad. El bandido andaba armado y disparaba. Pero todos los ciudadanos también andaban armados. Eran delincuentes armados contra ciudadanos armados.
En Rio de Janeiro, la desigualdad es total. Para gran alegría de los bandidos, sólo ellos están armados. Son criminales armados hasta los dientes contra una indefensa población desarmada, donde el asesino se siente como el zorro suelto en un gallinero. Este gallinero se llama Río de Janeiro. Este gallinero también se llama Brasil.
Mientras los asesinos de Río de Janeiro torturan y matan inocentes, la víctima que logre devolver un diez por ciento al criminal es condenada por violar los derechos humanos. De esa manera, Rio de Janeiro se ha convertido en un infierno.
Si el Viejo Oeste hubiese sido como Rio, hubiera sido un infierno para los inocentes, y un lugar maravilloso para los asesinos.
No obstante, el Viejo Oeste no era como Rio de Janeiro, de modo que los vaqueros dirían: ¡Menos mal que no estamos en Rio de Janeiro!
Por amor a la justicia y a los inocentes, yo diría: ¡Qué lástima que Rio de Janeiro no es como el Viejo Oeste!
Nota: Este texto fue revisado por un amigo, cuyos antepasados vivieron en el Viejo Oeste. Por generaciones su familia ha tenido armas de fuego. Él mismo tuvo un fusil AK-47, mas como cristiano me que dijo que no lo utilizaría para defenderse, sino para defender su familia y otros. Los ciudadanos brasileños no cuentan con el permiso para tener un fusil AK-47 o armas menos potentes. Sin embargo, los delincuentes de Brasil cuentan con armas mucho más potentes que un fusil AK-47.
Traducido de portugués para español por Maria Valarini
Versión en portugués: O Rio e o Velho Oeste
Versión en inglés de este artículo: Rio and the Old West

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