¿Se hará necesario un terremoto?
Lecciones de Haití para el gobierno Lula ansioso de promover las religiones afro-brasileñas como “cultura”
Julio Severo
Frente a la inmensa tragedia del terremoto en Haití, donde decenas de miles de personas murieron, el cónsul de Haití en São Paulo, Samuel Antoine Gerge fue lo suficientemente honesto — y políticamente incorrecto — al atribuir la tragedia a la religión de Haití. La religión oficial de Haití, un país compuesto mayoritariamente por descendientes de esclavos africanos, es el vudú.
El vudú es una religión venida de África que, así como el candomblé (religión afro-brasileña similar a la santería.), ha incorporado elementos de la religión de los conquistadores católicos. Tal como en los ritos del candomblé, los ritos del vudú están marcados por la música, danza y comida, incluyendo el sacrificio de animales. En la ceremonia de ambas, los participantes, caen en trance e incorporan espíritus. Hay informes, plenamente documentados y reportados, de sacrificio de seres humanos en algunos de estos rituales — incluida la violación de niños por el líder, que suele ser homosexual.
Desde el punto de vista de la Biblia, estas prácticas son peligrosas:
“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Jehová tu Dios echa estas naciones de delante de ti”. (Deuteronomio 18:10-12 RV60).
¿Es de extrañar entonces, que la misma nación cuya religión oficial es el vudú, sea al mismo tiempo la nación más pobre del hemisferio occidental? Esta triste situación es una herencia espiritual anterior a la colonización europea.
Antes de la colonización europea, África vivía una cultura de guerras entre tribus, esclavitud de las tribus vencidas, sacrificios rituales de seres humanos — y el elemento común de esa “cultura” que impedía el progreso y la paz en África, era su propia religión, basada en la invocación de seres y poderes espirituales considerados por la Biblia y por la tradición cristiana como demonios y fuerzas de las tinieblas.
Así que usted puede entender la declaración del cónsul de Haití Gerge, sobre el terremoto en Haití cuando dijo: “Creo que en tanto lío con el vudú, no sé lo que es aquello... El africano en sí tiene una maldición. Todo lugar donde haya africanos allá está j…”
No es difícil entender las palabras del cónsul, aún cuando dichas de forma irreflexiva. Donde hay muchos descendientes de africanos, hay mucho vudú y candomblé. Y donde hay mucho vudú y candomblé, hay muchos descendientes de africanos. Y donde hay mucho vudú y candomblé, hay un montón de maldiciones. Al menos, esa es la cruda realidad de Brasil y Haití.
Sin embargo, debemos dejar en claro que las maldiciones sobre ellos no son por el color de la piel, sino debido a las prevalecientes prácticas religiosas. Cuando se renuncia a estas prácticas de maldición, hay un cambio real. Según la Biblia, quien está en Cristo, nueva criatura es, ya sea blanco, negro, amarillo, azul. Donde haya negros salvos, liberados y transformadas por la sangre de Jesús, ya no habrá las acostumbradas maldiciones del vudú y del candomblé. Esta es la realidad diferente y hermosa, que Haití y su cónsul en São Paulo desconocen. Lo que ellos conocen es la realidad de la destrucción del vudú.
Yo entiendo muy bien esta realidad, porque en mi infancia me llevaron a los rituales de la religión afro-brasileña, donde mi madre era uno de sus líderes. Así que hoy puedo orar con discernimiento, cuando un activista homosexual amenaza mi vida diciendo que está invocando sus “exus” (“deidades” afro-brasileñas del candomblé) contra mí.
Los activistas gays y las religiones afro-brasileñas van de la mano, porque, contrariamente al Dios de la Biblia que abomina la homosexualidad, a los “exus” del candomblé, macumba (otra religión afro-brasilera similar a la santería) y vudú les encantan el sexo entre dos hombres. Incluso activistas homosexuales “cristianos” en Brasil apoyan las religiones afro-brasileñas. El fallecido Neemias Marien, pastor de Río de Janeiro expulsado de la Iglesia Presbiteriana del Brasil por su militancia homosexual, dijo que tenía experiencias espirituales que son comunes en el vudú y candomblé. Y en una reunión del Consejo Mundial de Iglesias militantes homosexuales y seguidores del candomblé fueron fotografiados juntos.
Y por supuesto, esa misma tendencia “cultural” que está menospreciando el Cristianismo, está igualmente valorizando la religión (por no hablar de la homosexualidad) de las minorías y de los grupos históricamente “discriminados”, por lo que cualquier brasileño que se atreva a decir públicamente lo que el cónsul dijo contra el vudú (o en contra del candomblé) estará en grave riesgo de sufrir un linchamiento moral de los medios de comunicación liberales y del paranoico gobierno izquierdista del Brasil. Sin embargo, sólo aquellos que vivieron bajo las religiones afro-brasileñas, o el vudú, conocen el poder destructivo de las fuerzas espirituales de maldad. Haití está viviendo esta realidad.
Y aun así, el Brasil, bajo el gobierno de Lula, quiere la promoción y la protección de estas religiones, inclusive en las escuelas, como “cultura”. Es con mucha soberbia que el gobierno insiste en esta dirección — en contra de la cultura predominantemente católica del Brasil.
De hecho, lo que la agenda izquierdista pretende es el debilitamiento del cristianismo y sus valores, puesto que son contrarios a los ideales socialistas. Al insinuar que las religiones afro-brasileñas son “víctimas” del “opresivo” cristianismo, los socialistas esperan erradicar todo vestigio de la influencia cristiana en la sociedad y sustituirlo por sus propios valores.
La idea que se quiere vender al público es simple: si los descendientes de los esclavos africanos son víctimas, entonces su religión también es una víctima. Utilizan la situación de ruina milenaria de ellos para inculpar exclusivamente al colonialismo europeo y, por extensión, el cristianismo — dejando el vudú y el candomblé completamente libres e inocentes de todas las tragedias, desastres, pobreza, delincuencia y otros males.
Trate de sugerir que puede haber algo malo en el vudú o en el candomblé, y los medios de comunicación liberales e izquierdistas rápidamente proporcionan una avalancha de crítica y condena, como si todo comentario contra estas religiones fuera un ataque racista contra los negros, colocándolas en un privilegiado pedestal donde criticarlas se convierte en “sacrilegio”. Pero estos mismos medios de comunicación se comportan de manera totalmente contraria cuando es el cristianismo quien está siendo objeto de críticas.
La agenda socialista busca que la situación alcance tal punto, que un cristiano, incluso uno que haya salido de las religiones africanas, pueda ser legalmente amenazado y condenado por “prejuicio” si dijera que pesa una maldición sobre las personas y países que invocan los demonios de la brujería. Es evidente: no habrá condenación para los “irreverentes” que digan lo que quieran del cristianismo — en estos casos, ¡la invocación del derecho de libre expresión siempre parece funcionar muy bien!
Pero nos guste o no, lo que la ideología anti-prejuicio está intentando hacer es que los demonios del vudú, candomblé y religiones similares ocupen un lugar destacado en la escena social como “víctimas” del cristianismo “imperialista” — de hecho, como “pobres víctimas necesitadas” de la protección y apoyo del Estado — como si ahora fuese el momento de que Dios sea colocado en la categoría de criminal, discriminatorio, prejuicioso, racista contra las religiones africanas, etc. O como si ahora fuese el momento de que los dioses de las religiones afro-brasileñas tengan su revancha “cultural”.
Con su política ambiciosa y obstinada de promover como cultura lo que la Biblia describe como brujería, Lula demuestra sus propias preferencias. Antes de la elección presidencial del 2006, visitó Benin, el país africano considerado como la cuna del vudú. Allá, Lula, participó de una larga ceremonia de los sacerdotes vudús, para “ayudarlo” a ser reelecto. En cambio, él ahora quiere que las religiones afro-brasileñas, parientes cercanas del vudú, logren una posición privilegiada en las escuelas, a expensas del propio cristianismo.
¿Uno o dos terremotos serán suficientes para despertar a la sociedad brasileña de los males de lo políticamente correcto? Lo dudo. El libro de Apocalipsis deja en claro que en estos últimos días habrá muchas plagas y tragedias ambientales, incluidos los grandes terremotos, que vendrán como juicio y consecuencias de los pecados de la sociedad. Apocalipsis describe la reacción de los sobrevivientes de estos juicios:
“Y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos.” (Apocalipsis 9:21 RV60)
Es decir, incluso después de los grandes terremotos y plagas…
La generación actual no se arrepentirá de sus homicidios: El asesinato de bebés no nacidos mediante el aborto, la eutanasia, el sacrificio ritual de seres humanos en los rituales de la brujería, los macabros experimentos científicos con embriones, etc.
La generación actual no se arrepentirá de sus brujerías: Invocación de demonios y de sus poderes en diferentes formas, incluyendo macumba, candomblé, vudú y muchas otros; promover la brujería como “cultura” en las escuelas, televisión y otros medios educativos, inundando la sociedad con su infernal maldad y protegiéndolas de las críticas.
La generación actual no se arrepentirá de su prostitución: Adulterio, sexo fuera del matrimonio, prácticas homosexuales, pornografía, educación sexual pornográfica en las escuelas, etc.
La generación actual no se arrepentirá de sus robos: En una cultura donde muchos quieren aprovecharse de su prójimo en la primera oportunidad que se les depare, especialmente a través de los puestos gubernamentales.
Por sus pecados y falta de arrepentimiento, continuarán experimentando juicios.
Traducción: Maria Valarini
Versión en portugués de este artículo: Será necessário um terremoto?
Versión en inglés de este artículo: Will an earthquake be necessary?
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