Derechos inhumanos
Inhumano decreto presidencial engaña al pueblo con medidas represivas y dictatoriales
Julio Severo
En el típico estilo soviético, Lula, el presidente de Brasil, mostró sus uñas rojas, de los pies y de manos.
Su decreto presidencial de los “derechos humanos” (Decreto 7037 del 21/12/2009, Tercer Plan Nacional de Derechos Humanos), que supuestamente se hizo con la aprobación y el consentimiento del pueblo, viola los más importantes derechos de los ciudadanos brasileños, y utilizando los “derechos humanos” como cobertura, ha despojado de sus legítimos derechos la mayor parte de la población.
Para aquellos que no saben, en la Unión Soviética, el mayor modelo práctico del socialismo en el mundo, todo se hizo “en nombre del pueblo”. Los tribunales, que condenaban a inocentes y protegía a los criminales del único partido, eran los tribunales “del pueblo”. Rebelarse contra aquella “justicia” era considerado un crimen contra el propio pueblo. ¡Personas inocentes fueron condenadas en su propio nombre!
Es obvio, que todo este hablar “del pueblo” y “para el pueblo” era en realidad una forma de disimular la propia arbitrariedad estatal. El Estado tenía libertad para violar los derechos bajo el pretexto de estar actuando “en el mejor interés del pueblo”.
No muy diferente, el gobierno socialista de Brasil siempre afirma estar actuando “en el mejor interés” de los pobres, o de los oprimidos, o de las personas con discapacidad, o de las mujeres, o de los negros y ahora de los gays — en la más avanzada y moderna malicia marxista.
Los comunistas soviéticos cometieran horrendos genocidios — todos en el nombre de los mejores intereses del pueblo. Hoy, la sed de sangre y la aniquilación moral y ética se transforman, en el decreto de Lula, defensa de los “derechos humanos”: aprobar el aborto, legitimar la prostitución, legitimar como “matrimonio” la unión sexual de dos hombres moralmente pervertidos, legitimar como “cultura” la imposición de las religiones afro-brasileñas en las escuelas, desacreditar y condenar los símbolos cristianos en los establecimientos federales, canonizar a terroristas comunistas, etc.
En mi artículo Regalo de la Oscuridad, publicado el 22 de diciembre de 2009, advertí al Brasil que, mientras todos estaban descansando, disfrutando de la familia y de los días feriados, Lula y sus camaradas estaban armando su deshumana bomba “derechos humanos”. La bomba, entregado como un decreto presidencial el 21 de diciembre de 2009, tendrá un efecto letal y devastador si la población no reacciona con fuerza y coraje.
Si el decreto rojo y moralmente invertido de Lula prevalece, todos tendrán “derechos humanos” en Brasil, hasta “las ratas”. Todos, menos los inocentes. Su decreto de hecho, estableció la extinción de la moral, de la ética, de la propiedad privada, de la libertad de expresión y con la aprobación del matrimonio homosexual, la libertad religiosa.
El decreto de Lula establece una serie de medidas, rellenadas con la malicia ideológica marxista, en el más elegante estilo soviético de tergiversación de las palabras y de la realidad, presentando como “derechos humanos” las siguientes aberraciones:
* La profesionalización de la prostitución.
* El control de la prensa y del Internet.
* La eliminación de los símbolos cristianos en público.
* La promoción de las religiones afro-brasileñas como “cultura” de los descendientes de esclavos traídos de África.
* La despenalización del aborto.
* La legitimidad del “matrimonio” homosexual y la adopción de niños por estas “parejas”.
Nada de esto se parece, ni de lejos, con los derechos humanos para una mente mínimamente normal. Pero cuando los monstruos están en el poder, ¿qué se puede esperar?
Es evidente también que aún sin este decreto, Lula y su gobierno ya estaba trabajando para avanzar en cada uno de estos objetivos. El objetivo del decreto es simplemente pasar por encima de toda la resistencia del pueblo y hacerle tragar de una vez todo lo que ya fue decidido, sellado y aprobado por la “tribunales del pueblo”.
He leído hoy que en la clasificación de la Misión Puertas Abiertas, el país que más persigue y mata a cristianos en el mundo es Corea del Norte. En segundo lugar está Irán — el mismo Irán, cuyo presidente, enemigo de Israel, mantiene una amistad con Lula.
¿Lula se acordó alguna vez de decirle a Mahmoud Ahmadinejad que matar cristianos es violar los derechos humanos? ¿Lula emitió algún decreto presidencial condenando a Ahmadinejad y su gobierno por crímenes y abusos en contra de los legítimos derechos de los cristianos en Irán?
Esta es la esencia de la ética de Lula y su gobierno, que usan y abusan de la expresión “derechos humanos” para defender y rendir homenaje aun a terroristas comunistas, incluso robando el dinero del pueblo brasileño para injustas y escandalosas indemnizaciones. Y el decreto presidencial de Lula ordena la transformación de criminales en héroes. Y adivinen ¿quién será humillado y degradado a la categoría de criminales y de “violador de los derechos humanos”? No, no será Ahmadinejad.
Para Ahmadinejad, Lula y su desgobierno demuestra afecto, respeto, consideración, etc. Para los enemigos de la arbitrariedad estatal travestida de “derechos humanos”, el peso de la “justicia” de los tribunales “del pueblo” o de los “derechos humanos” — lo que sea. Los inminentes tribunales anti-“homofobia” darán amplias demostraciones de esa arbitrariedad.
Lula ya lo ha decidido: los cadáveres mutilados y violados de los cristianos torturados y masacrados en Irán no tienen ningún valor para su ambiciosa agenda ideológica. No habrá pues, ningún decreto presidencial en defensa de estas u otras verdaderas víctimas de las violaciones de los derechos humanos.
La perversa izquierda continuará aplaudiendo y apoyando a Lula con Ahmadinejad, Fidel Castro, Hugo Chávez y otros auténticos violadores de los derechos humanos. Y continuará aplaudiendo su decreto presidencial, que garantizó una Navidad roja — un rojo tenebroso que, sin resistencia y lucha, extenderá sus nefastas consecuencias durante mucho tiempo. El feriado de Navidad ha pasado, pero aún estamos atorados y pasando mal con el decreto del más puro e inmoral néctar soviético.
Como siempre, la gente espera con las manos extendidas, regalos y favores del gobierno, con la ilusión de que éste es la fuente de todas las soluciones. Pero el gobierno brasileño no es Santa Claus. Y aunque fuera, también sería ficción, no realidad. El único hecho innegable es que los enormes problemas éticos y morales que Brasil se enfrenta son causados por el propio gobierno. ¡El decreto de Lula es la prueba más cruda de lo que un mal gobierno puede hacer contra su propio pueblo, en nombre del propio pueblo!
Sin embargo, hay esperanza: el pueblo que eligió a este enrojecido, cuenta siempre con el derecho democrático de derrocarlo.
Traducido por Maria Valarini
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