Lula, el entrometido
Cuba, Israel y el negro abandonado
Julio Severo
No, la dictadura de Fidel Castro jamás ha considerado a Lula un entrometido. De hecho, en su reciente visita a Cuba, Lula optó por no defender a un hombre negro que, después de años de encarcelamiento injustificado y tortura, murió a causa de una huelga de hambre. Lula no tuvo piedad ni compasión por él. Después de todo, era culpable de un crimen horrible: discrepar del paraíso comunista cubano. ¿Se ha visto peor crimen que este?
Además, fue un error — en la humilde opinión de Lula — el hombre echar mano a una huelga de hambre, dejando de comer la miserable ración que el gobierno tan bondadosamente proporciona. Lo correcto sería que el hombre se mantuviera vivo para continuar sufriendo torturas. En el pasado, Cuba utilizó mucho el Paredón para fusilamientos; pero, probablemente por una escasez de balas, las torturas son más económicas. Por malo que pueda verse, el cubano en huelga de hambre fue sólo uno de decenas de miles de inocentes aniquilados por el gobierno cubano, que solamente busca el “bien” de su propio pueblo.
Es obvio, que si Lula no fuera socialista, los medios de comunicación socialista nunca lo perdonarían: “¡Lula racista! ¡Falso defensor de los derechos humanos!” Sin embargo, su amistad con Fidel Castro y Hugo Chávez garantiza perdón inmediato y automático, el pasar por alto de la prensa, que igualmente no se preocupa por negros y otros que perecen bajo la mano de los gobiernos comunistas.
Los negros y otras minorías son muy útiles para la ideología socialista, pero son desechables cuando se rebelan contra la esclavitud que los gobiernos socialistas imponen a sus poblaciones. Es esa la razón por la cual Lula ha decidido no interferir en los “asuntos internos” de Cuba.
El caso del desafortunado negro cubano no conmovió los activistas brasileros defensores de los derechos de los negros, ni los movió a vociferar denuncias en contra del declarado benefactor supremo de su causa en la presidencia de Brasil. Después de todo, Lula se ha comprometido fervorosamente a apoyar la causa comunista de Fidel y la causa de los militantes negros, siempre y cuando no interfieran en la causa última — “¡Venga el reino de Karl Marx. Sea hecha la voluntad de él!”
En la utópica visión socialista de Lula, Fidel Castro y su gobierno son víctimas de la tiranía de la libre expresión de los ciudadanos cubanos quienes se rehúsan a ver los beneficios de una vida sometida bajo el puño socialista. La verdadera opresión es el gobierno que sufre la resistencia de un pueblo ignorante contra el “derecho soberano” del Estado de controlar a sus ciudadanos a como dé lugar. Para Lula, este es el peor tipo de opresión. Por lo tanto, ¿es de sorprender que para él la muerte del negro en la maloliente prisión comunista no sea más que la muerte de un “opresor” contra las maravillosas fuerzas liberadoras del Estado laico?
En el pensar de Lula y Fidel, cada ciudadano anti-socialista debería hacer huelga de hambre permanente, sin ningún receso.
Admirador indiscutible de la agenda homosexual, Lula tendría solamente una palabra, parafraseada de Oscar Wilde, para los negros, cristianos y otros oprimidos por el paraíso de Fidel: “La mejor manera de vencer al comunismo de Fidel es adherirse a él!”
Lula aplicaría esta palabra a muchos otros ejemplos. Sin embargo, nunca lo haría con Israel.
El gobierno brasileño, que sistemáticamente ha votado en contra de Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU desde que Lula asumió el cargo de presidente en 2003, nunca ha condenado las terribles violaciones de los derechos humanos en el Sudán, Cuba, Irán, Corea del Norte, etc., donde cientos de miles de cristianos han sido torturados y asesinados. Filosofía de Lula: Para los amigos, todo. Para los “enemigos”, nada.
Si el pobre negro fuera palestino y hubiera sido víctima de Israel, Lula ciertamente recurriría a reacciones más drásticas. (“!Eh¡ amigo Ahmadinejad, ¿por qué demoras tanto? ¿Fabricarás o no fabricarás la bomba?”)
De hecho, Lula jamás guardaría silencio sobre la muerte del negro. Pero como el pobre infeliz “eligió” ser la víctima del amigo cubano de Lula, la única solución era la muerte por hambre.
Ahora, Lula está visitando Israel y a los palestinos en los territorios judíos ocupados por ellos. Ah, por último, el hombre reconoció — después de casi una década visitando los países enemigos de Israel sin poner un pie en la tierra de Abraham, Isaac y Jacob — que también tiene que viajar al menos una vez a Israel.
No es una visita de cortesía, aun cuando Shimon Peres, el presidente de Israel, sea tan socialista como él. De hecho, el presidente de Brasil espera lograr, de alguna manera, la posición de “mediador" para la paz entre israelíes y palestinos. Él quiere, en definitiva, un papel importante en las presiones internacionales que quieren obligar a los judíos a entregar a los árabes palestinos la mitad de la tierra que Dios les dio como promesa a Abraham, Isaac y Jacob
¡Eh!, no comiencen a juzgar a Lula. Él hace estas cosas porque no cree en Dios y sus promesas. Existe el libre albedrío, ¿no? Toda persona tiene derecho a ir en contra de lo que Dios promete. Lula está solamente ejerciendo su derecho laico de injerencia en los asuntos internos de Israel. Por otra parte, él sólo quiere cambiar el balance en Brasil, donde una multitud de evangélicos brasileños visitan Israel cada año como un gesto de apoyo al pueblo judío.
La visita de Lula representa el lado más oscuro de Brasil. Él estará representando a los brasileños que no aceptan de ninguna manera, la alianza de Dios con el pueblo judío.
Yo no sé realmente lo que le puede suceder a un hombre que se coloca como un entrometido, justo en el medio de una cuestión que Dios ha dejado plenamente resuelta. La tierra de Israel ha sido entregada. Punto final — de Dios, no del hombre. Si Lula quiere dar tierras a los palestinos, que se las dé, pero de las suyas propias.
Sin embargo, sé lo que hubiera sucedido si Lula hubiera utilizado su talento de intervención entre Fidel Castro y un pobre vasallo cubano de piel oscura. No obstante, nadie defendió el hombre, que sufrió una muerte horrible. Lula estaba allí, en su cómodo camarote presidencial, observando, con palomitas de maíz y coca-cola (eufemismo de aguardiente) en la mano, los últimos minutos del espectáculo de un solitario ciudadano cubano contra la tiranía comunista. Al final: triste destino — para el negro cubano. Por lo menos, Lula pudo disfrutar de las palomitas de maíz y de la coca-cola.
Para Israel, la pretensión de Lula de ser un “mediador” para la paz entre israelíes y palestinos es sólo un eufemismo para “entrometido”, término que según la Real Academia de la Lengua significa “entremetido”, “persona que tiene la costumbre de meterse donde no la llaman”.
Ante los dictadores, la necesaria intervención de Lula desaparece mientras los oprimidos mueren. Cientos de miles de cristianos torturados y asesinados en Sudán, Cuba, Irán y Corea del Norte no causan ningún efecto sobre la conciencia (o la falta de conciencia) de Lula.
Ante Dios y sus promesas, Lula levanta la cabeza y dice: “Nadie me impedirá entrar donde yo quiera! Yo hago lo que quiero y voy donde quiera con el dinero de mis súbditos!”
En la agenda de viajes de Lula de este año, también está contemplada una visita al presidente iraní, su compañero Ahmadinejad, quien grita a los cuatro vientos su promesa de destruir a Israel y acabar con los judíos.
¿Planificaría Lula la visita a Ahmadinejad, o lo llamaría amigo, si el líder islámico hubiera prometido destruir a los dictadores Fidel Castro y Hugo Chávez?
Chávez es amigo de Ahmadinejad, y ambos tienen amistad con Lula. Ambos también apoyan grupos terroristas en contra de Israel.
Sin embargo, veremos quién vencerá al final.
Sólo temo por Brasil, pues aunque Lula tenga todo el derecho de desempeñar el papel de compañero del Amán moderno en contra de los judíos y su tierra, una nación entera puede sufrir las consecuencias de las decisiones de un hombre bebedor e irresponsable.
Traducido de portugués para español por Maria Valarini
Versión en inglés de este artículo: Lula, the meddler
Versión en portugués de este artículo: Lula, o intrometido
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